Bases Anatomofisiologicas

Bases Anatomofisiológicas del Masaje



El masaje es un conjunto de actividades especiales que ejercen una acción dosificada mecánica y refleja en los tejidos y los órganos del ser humano. Estas técnicas (roce superficial, estiramiento, amasamiento, etc.), son ejecutadas por el masajista o mediante aparatos especiales. La acción puede también ejercerse en un ambiente especial (neumomasaje) o en el agua (hidromasaje).



En los últimos años, ha aumentado considerablemente el interés por el masaje. Cada vez más se reconoce su efecto positivo. Tradicionalmente el masaje se aplicaba para ponerse en forma durante la gimnasia matutina, y también como factor que complementa la influencia general de los ejercicios fisicos en las posibilidades funcionales del organismo. El masaje es un medio reconocido universalmente para luchar contra la fatiga. Se utiliza como medio efectivo para recuperar la capacidad de trabajo después de las cargas de entrenamiento y competición. Por lo tanto, la aplicación del masaje junto con los medios de rehabilitación fisica incrementa considerablemente la eficacia del tratamiento en los enfermos que han sufrido un infarto demiocardio.



Los fundamentos fisiológicos del masaje empezaron a despertar interés en Europa a finales del siglo XIX. En Rusia su promotor fue I.B. Zabludovski que estudió la influencia del masaje en las personas sanas, y demostró que devuelve a los músculos su capacidad de contracción cuando están agotados durante la excitación inductiva, mientras que el reposo sin masaje contribuye muy poco a la recuperación de la fuerza. También demostró que bajo la influencia del masaje disminuye el peso corporal y aumenta la fuerza muscular.



Los investigadores estudiaban en particular la acción mecánica del masaje. Por ejemplo: V. Mozenheim (1876) demostró que una sustancia colorante introducida en la articulación de la rodilla de un conejo penetra mucho más rápidamente bajo el efecto del masaje. Posteriormente, diversas experiencias le permitieron determinar indicaciones medico-terapéuticas para la aplicación del masaje.



I.Z. Gopadze (1886) estudió la influencia del masaje en un intercambio nitroso y demostró que, después del masaje, aumenta el apetito, mejoran los procesos de asimilación, aumenta el intercambio nitroso independientemente de la cantidad y calidad de los alimentos absorbidos, y mejora el trabajo de los intestinos.



E. Ya. Mórfor (1901) indicó que el masaje influye en el aumento de la eliminación de la orina y de la bilis. Es natural el interés de los investigadores por la influencia del masaje en el sistema muscular. Ya en 1889, Mosso y Maggiori explicaron la influencia del masaje en la recuperación de la capacidad de trabajo muscular. Según sus datos, bajo la influencia del masaje, el trabajo de los dedos de la mano aumentó dos veces. Las investigaciones se llevaron a cabo en un ergógrafo. I.S. Gúrevich (1889) demostró que el masaje contribuye a la recuperación de las fuerzas en el músculo agotado y al incremento de su capacidad de trabajo, siempre respecto a los datos de partida.



El desarrollo de la fisiología rusa confirmó que la influencia general del masaje en el organismo es muy importante. Obedece a los procesos que surgen en los tejidos de la persona a la que se hace el masaje, y a los impulsos aferentes que llegan al sistema nervioso central y que estimulan los órganos y sistemas correspondientes a la acción de respuesta. Esta interpretación de la influencia del masaje en el organismo se debe a los trabajos de los fisiólogos rusos I.M. Séchenov (1829-1905), I.P. Pávlov (1849-1924), N.E. Vvedenski (1852-1922), A.A. Ujtomski (1875-1942) y de sus discípulos. Gracias a sus estudios sobre el organismo en las condiciones de su interacción polifacética con el medio externo, demostraron la relación de las reacciones reflejas del organismo con la acción de los distintos estímulos.



Una especial importancia para la aplicación del masaje reviste el estudio de I.M. Séchenov sobre el reflejo como base de la capacidad vital del organismo y su teoría del carácter sistemático de los elementos sensibles periféricos, por lo cual surgen actos que no son caóticos, sino actos reflejos regulados como respuesta a la excitación de un sistema determinado de receptores. I.M. Séchenov fue asimismo el primero que investigó el tema de la propiocepción que implica las sensaciones "oscuras" que surgen en el organismo bajo la influencia de la excitación de las terminaciones en los músculos y en los tendones. El mecanismo de la propiocepción es de vital importancia para entender la aparición de las denominadas sensaciones previstas, que son una particularidad específica de cada tipo de masaje.



A partir de los trabajos de I.M. Séchenov. y de I.P. Pávlov, se demostró que el masaje ejerce una influencia principalmente refleja, actuando sobre partes del cuerpo, órganos y sistemas que están lejos del lugar donde se ejecuta el masaje.



A.E. Scherbák: demostró en sus trabajos que es oportuno llevar a cabo el masaje en las zonas reflejo-segmentarias. Demostró la influencia de los distintos estímulos externos -y entre ellos del masaje- en la denominada zona del cuello que incluye el cuello, la nuca, la zona de los hombros y la parte superior del pecho y espalda. El masaje de la zona del cuello influye en los órganos internos.



A.D. Spernaski (1937) y sus discípulos estudiaron los mecanismos de las reacciones fisiológicas bajo distintas acciones en el organismo en condiciones normales y en condiciones patológicas. Además, establecieron la correlación entre el resultado final y el lugar donde se lleva a cabo la excitación, su intensidad y su ritmo.











Actualmente, la importancia del sistema nervioso para estudiar la influencia del masaje en el organismo no plantea dudas. I.B. Granóvskaya (1960) estudió la acción del masaje en el estado funcional de los perros y llegó a la conclusión de la reacción inicial del componente nervioso ante la acción del masaje. El aumento de excitabilidad del sistema nervioso después del masaje fue demostrado por A.F. Verbov (1947), A.B. Kógan (1949), etc. Sin embargo, el masaje puede no sólo aumentar, sino hacer disminuir la sensibilidad, calmar el dolor, tal como demostraron I.M. Sárkisov-Serazini (1951), N. A. Biélaya (1966), A.A. Biriukov (1977).



Al dar una gran importancia a la actividad del sistema muscular en el entrenamiento deportivo, numerosos investigadores consideran que el masaje es el medio más eficaz para la recuperación de la capacidad de trabajo de los músculos después de las grandes cargas de entrenamiento y competición.



A.A. Biriukóv (1972) apuntó que, según datos electromiográficos y tonosométricos, la influencia del masaje aumenta la actividad bioeléctrica de los músculos, normaliza el tono muscular, y la fatiga desaparece antes de llegar al descanso pasivo o provocado por procedimientos térmicos.



Los trabajos de los últimos años han confirmado que las distintas técnicas y métodos de masaje ejercen una influencia distinta en la capacidad de trabajo muscular. Por ejemplo, el roce superficial y el estiramiento contribuyen a una más rápida recuperación de la frecuencia y amplitud de las corrientes biológicas de los músculos, que disminuyen como consecuencia de la fatiga. Sin embargo, el estiramiento es más efectivo en este caso y ello debe tenerse en cuenta para el masaje de recuperación. A.A. Biriukóv y A.A. Vajab (1985) demostraron que el tipo de masaje más efectivo para la recuperación es el estiramiento, mientras que el roce superficial no da prácticamente resultado alguno.



V.E. Vasílieva, V. M. Sviéshnikov, A.A. Biriukóv (1966) establecieron a partir de 245 electromiogramas que el masaje de recuperación llevado a cabo con distintos intervalos de tiempo, es decir, 10, 20, 30 minutos después de la carga, da resultados positivos, que se manifiestan en la variación de la amplitud y la frecuencia de la oscilación. Después del masaje, el biopotencial del músculo cansado no sólo se restablece, sino que en la mayoría de los casos supera el nivel inicial. Por otra parte, la actividad eléctrica del músculo que trabaja se mantiene durante más tiempo que antes del masaje.



Un número considerable de trabajos estudian la influencia del masaje en la circulación. Ya en 1922, el fisiólogo danés A. Kroga demostró que si en 1 mm2 de la sección transversal de músculo en reposo se cuentan hasta 270 capilares abiertos, durante el masaje se pueden contar hasta 1400. Esto, claro está, provoca una cierta disminución de la presión arterial en reposo, lo cual se manifiesta en primer lugar en las enfermedades hipertensivas.









El masaje ejerce una acción tanto directa como refleja en la circulación local y general. Investigaciones reográficas demuestran que la influencia del masaje en las extremidades inferiores también hace aumentar considerablemente el flujo sanguíneo en las extremidades superiores, porque la circulación de la sangre se hace en un único sistema cerrado.



A.B. Gandelsman (1949) señala una activación de las reacciones de intercambio, y un incremento del intercambio de gases después del masaje, que considera son consecuencia de la presión de los músculos que acelera mecánicamente el paso de los productos ácidos de la fatiga hacia el círculo general de la circulación. P.S. Vasiliev, N.I. Vólkov, A. N. Tróitskaya (1961) descubrieron que bajo la influencia del masaje se acelera la eliminación del lactato que se forma en el organismo cansado por el trabajo muscular y mejoran los procesos exidativos de recuperación en los músculos.



A.A. Biriukóv (1973) demostró que el masaje ejerce también una acción favorable en la función respiratoria. Después de un masaje en la espalda y la caja torácica, la respiración se vuelve más profunda, especialmente cuando se utilizan técnicas de percusión, amasamiento y estiramiento de los espacios intercostales. Sin embargo, el roce superficial en los músculos de un deportista no cansado influye poco en la profundidad y frecuencia de la respiración, mientras que el roce superficial después de un trabajo submáximo provoca un aumento considerable de la profundidad de la respiración. Si se combina el roce superficial con el estiramiento, la frecuencia respiratoria del deportista cansado vuelve antes a la normalidad que después de sólo el roce superficial.



Bajo la influencia del masaje aumenta la temperatura de la piel no sólo en la zona donde se ejecuta el masaje, sino también en otras zonas donde éste no se ha efectuado. Por consiguiente, el efecto del masaje depende de muchos factores, como escriben Of. A. Gojt J. y otros autores, 1981.



"No sólo dispersa la sangre y la linfa, sino que también excita los nervios de la piel y los pequeños tejidos que están debajo, por ejemplo de los músculos y tendones; actúa en las raíces profundas de los nervios provocando excitaciones de distinta índole que se transmiten a los órganos internos, ejerciendo la influencia funcional correspondiente (acción de excitación o de inhibición). Sería inexacto considerar que el efecto del masaje se limita a una acción puramente mecánica y periférica. El masaje en todas sus formas provoca una hiperemia reactiva, intensifica el aflujo y flujo sanguíneo, linfático y de los líquidos intratisulares, aumenta la penetración de las paredes celulares, estimula la circulación sanguínea cuando hay insuficiencias cardiovasculares e influye en la sensación general de fuerza, en el estado de fatiga, en el humor y en la psiquis..."













Actualmente, el masaje se considera como un método científico, corroborado en la práctica, para mantener y restablecer la capacidad de trabajo y que influye en todo el organismo general a través del sistema nervioso.





LA INFLUENCIA DEL MASAJE EN EL SISTEMA NERVIOSO



El Sistema nervioso humano comprende una serie de formaciones cuyas funciones son el suministro de una relación de todos los órganos y sistemas del organismo, la relación constante del organismo con el medio externo y la regulación de su actividad.



El sistema nervioso se divide en central y periférico. El sistema nervioso central comprende el encéfalo y la médula espinal. El sistema periférico comprende los centros nerviosos y los nervios. El sistema nervioso se divide en somático que inerva el aparato locomotor, la piel, los órganos sensoriales, y en vegetativo que inerva los órganos internos y el sistema vascular. Tienen sus centros en el sistema nervioso central. En el sistema nervioso vegetativo, se distinguen las partes simpática y parasimpática.



El encéfalo cumple las funciones de la inervación de la piel, de los músculos y de otros órganos. Es asimismo un importantísimo cable de comunicación del organismo. Por sus vías ascendentes, las señales que surgen de la piel, los músculos, tendones, órganos internos, y vasos sanguíneos suben hasta el encéfalo. Por sus vías descendentes se dan órdenes desde el encéfalo hasta la periferia. Todos los actos motores se realizan con la intervención de la médula espinal.



La médula espinal es algo más corta que la columna vertebral: empieza en el bulbo raquídeo y finaliza en la primera y segunda vértebras lumbares. Se divide en segmentos. Se distinguen 8 segmentos cervicales, 12 dorsales, 5 lumbares, 5 sacrales y l-3 del cóccix. Es muy importante tenerlo en cuenta no sólo para el masaje curativo, sino también para el deportivo. Cada segmento de la médula espinal es responsable de un grupo de músculos determinados y de zonas de la piel.



En la médula espinal se encuentra la sustancia gris los salientes anchos de la sustancia gris se denominan cuernos anteriores. Allí es donde están concentradas las neuronas motoras. Sus fibras nerviosas, al salir de la médula espinal, se agrupan en haces y forman las raíces anteriores. Se unen con las raíces posteriores y, dentro del nervio de la médula espinal, se dirigen hacia los músculos del esqueleto; una raíz hacia la parte izquierda del cuerpo, y la otra hacia la parte derecha. Además de las neuronas motoras, existen también las neuronas sensoriales. Están concentradas en los ganglios de la médula espinal, adyacentes a las raíces posteriores. Estas neuronas tienen unos apéndices periféricos que van hacia la periferia del cuerpo y se terminan como receptores nerviosos dentro de la piel, el tejido, los músculos, los vasos sanguíneos y otros órganos. Los apéndices centrales de las neuronas que forman parte de las raíces posteriores penetran en la médula espinal y finalizan en las células de las raíces posteriores que se denominan neuronas asociativas. Estas células nerviosas transmiten los impulsos desde las neuronas sensibles a las neuronas motoras. Este proceso ocurre de la manera siguiente: Cualquier excitación de los receptores, como por ejemplo tocar la piel con las manos frías (acción térmica, dolorosa) provoca una señal, un impulso nervioso. "Corre" por las fibras nerviosas sensitivas (línea de puntos) a través de las raíces posteriores, penetra en la médula espinal y se transmite inmediatamente a las neuronas asociativas del cuerno posterior, y de allí a las neuronas del cuerno anterior. Por las raíces anteriores, el impulso sale de la médula espinal por las fibras motoras para llegar al músculo, provocando su contracción (tensión, movimiento, etc.) Esta respuesta, que aparece ante un estímulo, se llama reflejo (simple) no condicionado. En este caso, la médula espinal resuelve el problema independientemente, sin esperar sanciones de las partes superiores del encéfalo. La sustancia gris de todos los segmentos dorsales y de los dos segmentos lumbares superiores tiene además cuernos laterales en los que se concentran las neuronas que pertenecen al sistema nervioso simpático. Las ramas de esta columna inervan los órganos internos y participan en la regulación de los procesos de intercambio de la piel, los músculos y otros tejidos del organismo. Las funciones del sistema nervioso simpático dependen del encéfalo, pero no son controladas por nuestra conciencia.





La sustancia blanca de la médula espinal está compuesta por fibras nerviosas ramificaciones de las células nerviosas. Se dividen en canal anterior, lateral y posterior. Se unen con los segmentos de la médula espinal a través de las fibras. Son vías propias de la médula espinal, gracias a las cuales el reflejo más sencillo puede implicar algunos segmentos en una reacción de respuesta y, por lo tanto, un grupo entero de músculos completando un movimiento complejo.



El masaje influye tanto en el sistema nervioso central como en el sistema nervioso periférico. Si las excitaciones provocadas por la acción en los exteroceptores, alcanzan la corteza del encéfalo, dan sensaciones claras. Las excitaciones de los inter. y propioceptores no suelen llegar al córtex del encéfalo, son subcorticales, y pueden proporcionar una sensación de viveza, de frescura o, por el contrario, pueden provocar una sensación de inquietud y depresión.



La influencia del masaje en el sistema nervioso es muy variada y depende del grado de excitación de los órganos receptores, del carácter de las técnicas de masaje aplicadas, de la duración de su acción, y de las particularidades individuales de la persona a la que se hace el masaje.



El masaje puede tranquilizar y ello es primordial para la práctica deportiva cuando es preciso eliminar una tensión psíquica demasiado fuerte inmediatamente antes de una competición o crear condiciones para dormir profunda y relajadamente la víspera de una competición.

El masaje puede excitar, lo cual es indispensable cuando el deportista demuestra un estado de apatía profunda antes de las competiciones o cuando su tono nervioso es muy bajo.



Además de la acción refleja, la acción inmediata del masaje en los conductores nerviosos es muy importante. Esta acción se utiliza en la práctica clínica cuando es preciso disminuir la conductibilidad de los nervios sensoriales y motores. Las técnicas de masaje aplicadas disminuyen sensiblemente la sensación de dolor, lo que las hace muy importantes para el tratamiento de las lesiones deportivas y para una serie de enfermedades.

Con la ayuda de las diferentes técnicas de masaje y en particular de las vibraciones, es posible activar los nervios que regulan la actividad de secreción de las glándulas internas. Las vibraciones en la zona del estómago, por ejemplo, intensifican la eliminación del jugo gástrico; en la zona del hígado, facilitan la eliminación de la bilis, etc. Los "golpes" en la cavidad torácica, en la región del corazón, disminuyen y tranquilizan la actividad cardiaca, debido a la influencia refleja en la rama del nervio vago que regula esta actividad.



El masaje se suele utilizar para eliminar la fatiga. Según los puntos de vista actuales, el sistema nervioso desempeña un papel primordial en este proceso. Sabemos que el masaje de los músculos cansados elimina la sensación de fatiga, provoca una sensación de vitalidad y aumenta la capacidad de trabajo. El masaje ejerce una acción refleja en los elementos musculares que se encuentran en las paredes de los vasos sanguíneos lo que contribuye a una nueva distribución de la sangre en el círculo de los vasos, y normaliza la presión arterial.



Para utilizar el masaje, es indispensable tener en cuenta las particularidades de cada persona, su estado, el grado de fatiga, etc. Cabe recordar que con varios masajes el reflejo condicionado puede ser elaborado e intensificado.

Concluiremos recalcando una vez más el papel fundamental de factor nervioso-reflejo en el mecanismo de la acción del masaje en el organismo.









LA INFLUENCIA DEL MASAJE EN LA PIEL



La piel, que es el envoltorio externo del cuerpo, separa el organismo humano del medio externo, pero desde el punto de vista funcional (en relación con la presencia en la piel de una gran cantidad de receptores) relaciona el organismo con el medio externo y su adaptación a las transformaciones de dicho medio.



La piel ejerce distintas funciones:

( Defiende al organismo de las acciones externas (mecánicas, químicas, fisicas)

( Crea una barrera segunda contra los microorganismos infecciosos (para que aparezcan las infecciones deben existir grietas, arañazos, etc.)

( Posee propiedades bactericidas

( Participa en la regulación del intercambio acuoso salino, en el proceso del intercambio de gases, y en la termorregulación (aproximadamente un 82% de la perdida de calor se realiza a nivel de la superficie de la piel).



Se distinguen tres capas en la piel:

1. la epidermis que constituye la capa exterior

2. la dermis que es la piel propiamente dicha

3. La hipodermis o tejido celular subcutáneo





La epidermis está compuesta por un epitelio liso de varias capas. La capa externa de la epidermis es la córnea (1), compuesta de células epiteliales endurecidas. Con el masaje se alejan mecánicamente de la piel y son sustituidas por células jóvenes que emigran desde las capas profundas de la epidermis (2). En la capa más profunda (de renovación) de la epidermis (3) las células se multiplican activamente y sustituyen a las endurecidas ya muertas. En esta misma capa se encuentran unas células especiales, los melanocitos, que sintetizan el pigmento de la piel, la melanina. Cuanta menos melanina, más clara será la piel, más sensible será no sólo a los estímulos químicos (a los ungüentos, inalgón, dolpik, bálsamo del tigre), sino también a las acciones mecánicas, entre las que destaca el masaje. Se supone que los melanocitos tienen la capacidad de aumentar la elaboración de melanina si están sometidos a la influencia del masaje constante, lo que aumenta las funciones de defensa de la piel (se cree que la pigmentación es un índice de buen funcionamiento de los sistemas de defensa del organismo).



La piel en sí o dermis (2) está situada bajo la epidermis y formada por un tejido fibroso conjuntivo que contiene una gran cantidad de fibras elásticas, colágenas, reticulares y musculares lisas. La capa superficial de la epidermis recibe el nombre de capa papilar. En dicha capa nacen los haces de las células de los músculos lisos que están en los bulbos capilares. En la capa papilar hay distintos receptores que asimilan el roce superficial, la presión, el dolor, el calor, el frío, y una densa red de capilares. La capa reticular de la dermis contiene numerosas fibras de colágeno y fibras elásticas. Las fibras elásticas confieren a la piel su elasticidad.



En la defensa mecánica del organismo es muy importante el papel que desempeñan las fibras de colágeno, porque resisten a la ruptura 43 veces más que las fibras elásticas. En las partes de la piel sometidas durante el masaje a la fricción y a la presión, las fibras de colágeno se vuelven más finas, y la piel se hace más elástica. La capa reticular pasa a la hipodermis o al tejido celular subcutáneo. Se trata de un tejido graso de distinto espesor que, cuando se llevan a cabo masajes sistemáticos, puede disminuir considerablemente.



La capa densa dura de la epidermis, el resistente tejido conjuntivo de la capa papilar, un tejido conjuntivo elástico poroso de la capa papilar y el tejido graso subcutáneo, ejercen una resistencia importante a la presión y disminuyen las distintas acciones mecánicas sobre la piel (por ejemplo, picado, sacudidas).



Casi en la frontera entre la dermis y el tejido subcutáneo están las raíces capilares, y las glándulas sudoríparas y sebáceas. Hay muchas glándulas sudoríparas en la piel de la palma de la mano: hasta 300 por cm2 de superficie de la piel. No es extraño pues, que algunos masajistas tengan las manos siempre húmedas, lo que dificulta la acción del masaje. La eliminación del sudor es constante. La intensidad de la sudoración depende de las condiciones del medio ambiente, el grado de la carga fisica, las particularidades de la persona a la que se hace el masaje, y de su estado (la sudoración puede aumentar considerablemente cuando se lleva a cabo un masaje general).





El masaje intensifica los procesos de eliminación en las glándulas sebáceas y sudoríparas. Después del masaje, la piel está más blanda, más elástica. Solamente la piel en ese estado defiende al organismo del frío, el calor, el viento y la penetración de infecciones.



La excitación de la mayoría de receptores cutáneos se produce de la manera siguiente. El estímulo mecánico deforma la membrana del receptor. Por consiguiente, aumenta su permeabilidad para los iones. Aparece una corriente de iones que provoca la aparición de un potencial de receptores, y según la fuerza del estímulo varía la frecuencia de los impulsos que circulan por la fibra hasta el sistema nervioso central. Por consiguiente, los receptores cutáneos son captadores que convierten a distintos estímulos en particular los estímulos mecánicos (técnicas de masaje) en impulsos nerviosos.





A través de los receptores y mediante las técnicas de masaje, se puede influir en el sistema nervioso central, y a través de él regular los distintos órganos y sistemas del organismo.





Cuando los estímulos son locales, táctiles, térmicos y de dolor en determinados puntos "activos" de la superficie de la piel, se dan las cadenas de las reacciones reflejas originadas por el sistema nervioso central y por el sistema nervioso vegetativo. Pueden variar la circulación de la sangre y el trofismo de unos u otros órganos y tejidos. Éste es el principio sobre el que se fundamenta el masaje por puntos.





Las distintas técnicas de masaje pueden ejercer una indudable acción en los receptores. Pero el efecto no será el mismo según la profundidad de la acción.



Cuando las técnicas de masaje son suaves, se excitan los exteroceptores del dolor, de la temperatura (del frío y del calor), los propioceptores del aparato muscular, de los tendones, de las articulaciones, etc.



Las técnicas de masaje más fuerte, y en particular el masaje vibratorio, influyen en los receptores de los vasos, especialmente de las arterias, los barorreceptores, los hemorreceptores, que informan sobre la presión sanguínea, la composición química de la sangre y su equilibrio iónico. Todas esas señales, al llegar al sistema nervioso central hacen variar su estado y lo condicionan para que envíe las respuestas correspondientes. Este proceso demuestra que el masaje es un factor de acción sobre todo el organismo, tanto a nivel de su organización estructural, como de un factor que disminuye la fatiga, regula los procesos de excitación e inhibición, facilita la homeostasis y optimiza todas las funciones.









El tipo más corriente de receptores son las terminaciones nerviosas libres, sensibles en particular a las sensaciones de dolor. No están distribuidas de manera equilibrada. La superficie interna de las caderas, los hombros y los antebrazos tienen muchas de estas terminaciones, en cambio los puntos menos "álgidos" son las plantas de los pies, las palmas de las manos, las orejas y la parte externa de la cadera. Hay que tener en cuenta estas particularidades de la piel cuando se hace el masaje.



La mayoría de receptores, especializados en cualquier tipo de excitaciones, "abarcan" también los mixtos. Por ejemplo, entre las terminaciones nerviosas libres, existen receptores que no sólo son sensibles al dolor, sino también a las excitaciones mecánicas y térmicas. Por este motivo, el masaje y sus distintas técnicas no ejercen una acción exclusiva en cada uno de los receptores del aparato, sino una acción compleja en un sistema de receptores. En general, el sistema de la sensibilidad cutánea es muy variable: según los distintos factores del medio externo e interno, varía la cantidad de los receptores de funcionamiento y el grado de su sensibilidad. Si tenemos en cuenta lo que acabamos de decir, los masajistas deben conocer la situación no sólo de los órganos internos, el lugar de ajustamiento de los músculos, sino también los puntos álgidos, en particular para utilizar su acción.



La influencia del masaje sobre los pies es muy variada. Gracias al masaje, se eliminan de la piel las células muertas de la epidermis, aumenta el flujo de sangre arterial hacia la zona masajeada y hacia la zona vecina, con lo que aumenta la temperatura local, mejora la circulación en los tejidos, y se intensifican los procesos enzimáticos, en particular los procesos plásticos que hacen surgir una nueva estructura de la piel. El incremento de la capacidad vital de los tejidos sometidos a la influencia del flujo intensificado de sangre arterial mejora las cualidades mecánicas de la piel: se hace más elástica, más lisa, más suave. El masaje influye en el aumento del reflujo de sangre venosa y de la linfa. Este proceso contribuye a disminuir el reflujo y los fenómenos de estancamiento no sólo en la parte trabajada, sino en otras situadas cerca de la periferia (por ejemplo, el masaje de la cadera disminuye el flujo en la región de la articulación de la rodilla, el masaje en el hombro, en la zona del antebrazo, etc.).

La mejora de la respiración cutánea y el aumento de secreción glandular en la piel, permiten eliminar del organismo los productos del intercambio de sustancias. El masaje de la piel intensifica la eliminación de histamina y acetilcoloina, lo que mejora las condiciones para la actividad muscular al aumentar la velocidad de la transición de la excitación nerviosa de unos elementos a otros. Al actuar sobre los numerosos receptores nerviosos que se encuentran en la piel, el masaje provoca una reacción de respuesta en el organismo que puede ser variada (desde el apaciguamiento hasta la excitación) según el tipo de masaje que se ejecuta, la duración de su acción y la zona del cuerpo donde se aplica.









La piel es la parte del organismo que primero reacciona a la excitación que se ejerce con las distintas técnicas de masaje. El efecto de la acción del masaje puede ser directo, como resultado de la influencia mecánica sobre la piel, pero en la mayoría de los casos, la reacción de respuesta depende del complejo mecanismo reflejo que actúa a través del sistema nervioso sobre todo el organismo.





INFLUENCIA DEL MASAJE EN EL SISTEMA VASCULAR



El sistema vascular humano comprende dos grupos íntimamente relacionados entre sí: el grupo sanguíneo y el linfático. Por el sistema circulatorio y a través de las arterias, el oxígeno llega a todos los órganos y tejidos, como también las sustancias nutritivas y las hormonas. A través de las venas y el grupo linfático se eliminan del organismo las sustancias finales de intercambio.



La sangre es un tejido líquido que se encuentra en movimiento constante en el organismo. Corre a través de numerosos vasos sanguíneos, que forman dos círculos cerrados de circulación: el grande y el círculo pequeño. Ambos se inician y terminan en el corazón (ilust. 8).



Todas las arterias importantes se ramifican en su camino hacia los órganos. Se convierten en arterias medianas, pequeñas, arteriolas, precapilares, y terminan en los capilares. Cuanto más lejos están del centro, menos calibre tienen los vasos sanguíneos. Los capilares se convierten en poscapilares que, a su vez, se convierten en vénulas. A partir de las vénulas se forman primero las venas pequeñas y luego las grandes.



Para estudiar las técnicas de masaje, y sobre todo para llevar a cabo los métodos especiales que requiere (deportivo, terapéutico, etc), es indispensable conocer bien no sólo la dirección de la circulación de la sangre, sino también saber qué vasos sanguíneos proporcionan la sangre arterial a unos u otros órganos, músculos, articulaciones, y por qué vasos venosos fluye el reflujo sanguíneo. Teniendo en cuenta la topografia de los vasos sanguíneos es posible, mediante el masaje, aumentar o disminuir el flujo sanguíneo hacia una u otra zona. Esta es una cualidad particularmente importante cuando hay que aumentar el flujo de sangre arterial hacia un órgano enfermo o un músculo agotado por el trabajo fisico, aumentar el reflujo de sangre venosa, por ejemplo en el caso de lesiones (masaje de aspiración).



La aplicación del masaje en el sistema circulatorio influye en la intensificación del reflujo linfático y sanguíneo de la zona trabajada, y en la ampliación moderada de la red periférica arterial, lo cual facilita el flujo de sangre arterial, activa la circulación sanguínea en general, y permite una nueva distribución de la sangre desde los órganos internos hacia los músculos y la piel. La sangre distribuida, provoca un incremento de la temperatura local, calienta los tejidos y transforma su estado fisico y químico. De este modo mejora su elasticidad, lo que favorece la profilaxis de las lesiones deportivas. Cabe señalar que gracias a las relaciones de los receptores aumenta la temperatura no sólo en el lugar donde se efectúa el masaje, sino también en zonas más alejadas.



En las personas sanas, con una presión arterial normal, el masaje no varía sustancialmente su nivel. En las personas excitables, con una presión arterial alta, el masaje (sobre todo en la zona del cuello, según Scherbák) disminuye un poco su nivel, debido al ensanchamiento de la red capilar, a la relajación de la musculatura y a las influencias reflejas,



La frecuencia cardiaca bajo la influencia del masaje no varía de modo sustancial en las personas que no estén agotadas. Sin embargo, cabe señalar que algunas técnicas enérgicas pueden provocar una pequeña aceleración de las palpitaciones cardíacas debidas a la excitación de los ganglios del cuello del conducto simpático que se encuentra en las capas profundas de una zona determinada.



Las técnicas de masaje tranquilizantes hacen bajar la frecuencia cardiaca, probablemente porque aumenta el volumen sistólico del corazón, aumenta el tono del nervio vago, se intensifica el flujo sanguíneo hacia el corazón y se produce una nueva distribución de la sangre. El flujo de sangre venosa se acelera bajo la influencia del masaje (en particular, con aquellas técnicas como el estiramiento, el amasamiento) lo que facilita el trabajo del músculo cardíaco y mejora la circulación sanguínea en todo el organismo.







El sistema linfático, como es bien sabido, está formado por capilares linfáticos, vasos, conductos y ganglios. Las funciones del sistema linfático son muy variadas: purificadora, de evacuación, de barrera, inmunológica, de depósito. Los capilares linfáticos recorren todo el organismo. Sólo faltan en el encéfalo y la médula espinal, en el bazo, los cartílagos, la córnea cristalina del ojo, el epitelio de la piel y en las mucosas. La membrana de los capilares linfáticos es muy fina: carece de membrana basal, su endotelio está directamente en contacto con el tejido externo, por lo que el intercambio entre los capilares y el tejido circundante puede ser más activo que a través de los capilares sanguíneos. En los capilares linfáticos se forma también la linfa con una gran actividad de las células endoteliales. Los capilares linfáticos forman por fusión los vasos linfáticos, que pasan por los ganglios linfáticos, a veces más de 700. Todos están unidos por los vasos linfáticos en un sistema particular que, junto al sistema venoso, asegura el drenaje de los tejidos, es decir, que recoge el agua sobrante, absorbe las disoluciones coloidales que no se han absorbido en la sangre de proteínas, emulsiones, grasas, y , lo más importante, de otras partículas que han entrado en el organismo. A través de los ganglios linfáticos, la linfa fluye de una zona determinada del organismo, conteniendo virus, bacterias, células sencillas cancerosas. Pero, además, en los ganglios linfáticos se forman los linfocitos y las células plasmáticas, llamadas inmunocompetentes. Son defensas del organismo contra las infecciones y la acción de sustancias ajenas.











El aumento de un ganglio linfático es la señal de algún desarreglo en el organismo. El masajista debe evitar hacer masajes en esta zona del cuerpo y consultar con un médico. Como la membrana de los vasos linfáticos es muy fina, contiene pocos elementos musculares, e incluso las técnicas suaves de masaje contribuyen a acelerar el flujo de la linfa.



La circulación linfática de retorno no es posible porque en la superficie interna de los vasos linfáticos existen unas válvulas, que están superpuestas. Cuando se ejecuta el masaje, es indispensable conocer bien la dirección de los vasos linfáticos y la situación de los, ganglios linfáticos regionales, de lo contrario es posible ocasionarles un trauma si se produce alteración de los aparatos valvulares.









Entre los numerosos ganglios linfáticos de la cabeza y del cuello, es indispensable destacar los ganglios linfáticos superficiales; los ganglios de la nuca situados en la nuca, los ganglios de las orejas anteriores y posteriores, en las glándulas parótidas, los ganglios linfáticos submandibulares de las partes laterales del cuello. Por estos ganglios pasan vasos linfáticos que llevan la linfa de los tejidos de la cabeza y del cuello.



Los ganglios profundos del cuello rodean como una cadena los haces vasculares y nerviosos (la arteria carótida, la vena yugular interna, el nervio vago). Ente los vasos linfáticos superficiales y profundos del cuello hay numerosas anastomosis.



Los vasos linfáticos del cuello forman la columna yugular, que se une con el tronco infraclavicular que recoge la linfa de la extremidad superior y el tronco broncopulmonar que recoge la linfa de los órganos de la cavidad pulmonar. Juntos forman el canal linfático derecho.



Los ganglios submusculares constituyen la primera barrera para la linfa de las extremidades superiores, donde se purifica de sustancias nocivas y microbios. Los ganglios profundos y los vasos de la extremidad superior se sitúan alrededor de sus arterias magistrales: arteria del hombro, del codo y del radio. En la extremidad inferior, están situados dos grandes grupos de ganglios linfáticos regionales: inguinales (superficiales y profundos) y poplíteos. Los primeros están situados en el triángulo femoral; los segundos están debajo de la fascia donde desemboca la vena poplítea pequeña en la poplítea.



Desde la zona anterior y lateral del pecho, los vasos linfáticos superficiales van hacia los ganglios axilares de la zona anterior lateral del abdomen y de las zonas anteriores y anteriolateral de la articulación pélvica, hacia los ganglios linfáticos inguinales.









El problema del flujo de la linfa de órganos y tejidos, su paso por los ganglios linfáticos y por los vasos linfáticos dejó hace tiempo de ser exclusivamente teórico. El contagio de infecciones por las vías linfáticas, el paso de las células cancerosas por la linfa, es un problema de la práctica clínica. Los datos de anatomía y de topografia de los vasos y de los ganglios linfáticos son muy importantes para los profesionales del masaje. Todas las técnicas del masaje se efectúan teniendo en cuenta la situación de los vasos y los ganglios linfáticos que recogen la linfa de los distintos órganos y tejidos. Durante el masaje, el movimiento de las manos del masajista debe seguir el curso de la linfa, hacia los ganglios linfáticos más próximos. Cuando se hace el masaje de la cabeza y el cuello, hacia abajo, hacia los ganglios intraclaviculares; para el masaje de las extremidades superiores, hacia los ganglios de los codos y submusculares; del pecho, del pecho hacia los lados, hacia los ganglios submusculares; de la parte superior y media de la espalda, de la columna vertebral hacia los lados, hacia los ganglios axilares; de las lumbares y la región sacra y de los músculos, hacia los ganglios inguinales; de las piernas y los pies, hacia los ganglios poplíteos. Por regla general, en la zona donde se encuentran los ganglios linfáticos no se efectúa masaje.



El aumento de los ganglios linfáticos, su hinchazón, la sensación de dolor demuestran la presencia en el organismo de una infección. En este caso, no hay que hacer masaje ya que, al acelerar el flujo de la linfa, puede causar la propagación de infecciones en el organismo.







INFLUENCIA DEL MASAJE EN LAS ARTICULACIONES Y LIGAMENTOS



Los huesos y los ligamentos forman, junto con los músculos, el aparato locomotor. Además, los huesos ejercen una función defensiva al formar una estructura dura para muchos órganos internos (por ejemplo, en el masaje indirecto del corazón, las, costillas impiden una acción de presión excesivamente fuerte sobre dicho órgano). Participan en el intercambio de sustancias, sobre todo de sustancias minerales (por ejemplo, las técnicas de percusión permiten una formación más rápida y profunda del callo óseo en el caso de fracturas o de fisuras) El masaje estimula la actividad vital normal del aparato locomotor, y lo convierte en prácticamente el factor más importante para la profilaxis de las transformaciones patológicas del tejido óseo (en particular, las alteraciones debidas a la edad).



La influencia del masaje en las articulaciones y los ligamentos se manifiesta en una mayor elasticidad de los tejidos, lo cual está relacionado con el calentamiento de la parte donde se hace el masaje, la intensificación de la circulación. Sanguínea y la activaciÓn de la formación de líquido sinovial. Su influencia contribuye a aumentar la movilidad de la articulación y la protege de lesiones y contracturas. Las contracturas aparecen siempre en las lesiones deportivas cuando el proceso patológico no permite desarrollar los movimientos en su totalidad. Las contracturas pueden aparecer por la inactividad de articulaciones sanas que, a causa de la inmovilización de otras articulaciones de los ligamentos, no es posible ejecutar los movimientos en toda su amplitud.



Cuando la carga mecánica sobre las articulaciones es grande (por ejemplo, en la articulación del codo de los halterófilos durante la repulsión y el enderezamiento), se observan a veces microlesiones, arrugas de la bolsa articular, cambios en el líquido sinovial y, como consecuencia, la hinchazón y una menor capacidad de movimiento de las articulaciones. En estos casos, el masaje contribuye a disminuir el edema articular, ya que intensifica el reflujo de sangre venosa y de linfa, elimina las retenciones, contribuyen a restablecer la función normal de la articulación y es un factor que previene el desarrollo de estados patológicos y prepatológicos.



El masaje se aplica frecuentemente para curar las distensiones de los ligamentos, esguinces, torceduras. Al aumentar la elasticidad de los tejidos, el masaje ayuda a ejecutar algunos ejercicios que exigen una amplitud de movimientos extremos. Ello implica la necesidad del masaje de las articulaciones, especialmente antes de las competiciones en condiciones de baja temperatura externa. El masajista debe conocer la amplitud posible y el eje de movimiento de cada articulación, de gran importancia para los movimientos pasivos y pasivo-activos que casi siempre se incluyen en la sesión de masaje.









LA INFLUENCIA DEL MASAJE EN EL SISTEMA MUSCULAR



Todos los movimientos posibles son manifestaciones universales de la capacidad vital del organismo y un medio fundamental para su adaptación al medio externo.

Existen tres tipos de músculos:

~ Los músculos estriados (del esqueleto).

~ Los músculos lisos.

~ El músculo cardíaco.



Los músculos estriados constituyen un 40% del peso corporal, y más de un 50% del peso corporal de los deportistas. Los músculos estriados son una parte activa del aparato locomotor. Sostienen la posición del cuerpo (posición sentada, posición de pie), le permiten, desplazarse en el espacio (marcha, carrera, nado). Gracias a dichos músculos se ejecutan los movimientos respiratorios, oculares, los bostezos, la mímica del rostro, etc.



Los músculos lisos se encuentran en las paredes de los órganos internos, de los vasos sanguíneos y en la piel. Una particularidad de los músculos lisos es su capacidad de actividad automática espontáneamente. Su contracción y su relajación es involuntaria y se produce muy lentamente.





El músculo cardíaco también tiene la propiedad del automatismo, la capacidad de contraerse bajo la influencia de impulsos que surgen en él mismo.
A diferencia de los músculos lisos y del músculo cardíaco, el músculo del esqueleto se contrae únicamente cuando le llegan señales del SNC. El estudio de las propiedades de cada fibra muscular ha permitido dividirlas en dos grupos fundamentales:




Fibras musculares rápidas y

Fibras musculares lentas.





Los buenos resultados de los deportistas corresponden a una determinada proporción de fibras musculares (y a su composición). En cualquier reacción motora participan músculos, por lo que el masajista debe conocer su composición, su forma, el lugar de su aplicación al hueso o al tendón, la dirección de los haces musculares, ya que los vasos y los nervios se extienden a lo largo de las fibras musculares.



El músculo está cubierto por encima por la fascia formada por un tejido conjuntivo denso, y por este motivo las técnicas de masaje deben ser más enérgicas para actuar más profundamente en los vasos intramusculares y las terminaciones nerviosas. En el músculo se distinguen la cabeza del tendón, el principio del músculo, el vientre, o el cuerpo, que está compuesto por haces estriados, y el final del músculo llamado tendón.



El músculo es no sólo un órgano de trabajo, sino también un órgano receptor sensible. Contiene aparatos sensibles propios llamados propiorreceptores. La información de los receptores musculares accede por las vías de la médula espinal a las partes superiores del SNC, incluyendo la sustancia del cerebro. De este modo, cuando se ejecuta tanto un movimiento voluntario como involuntario de los receptores de los músculos, de los tendones y de las articulaciones, llega a la médula espinal un flujo de impulsos eferentes que cambian el estado de las células de la médula espinal. Por consiguiente, las motoneuronas de la médula espinal reciben una doble información: de las partes superiores del cerebro y de los receptores del aparato locomotor.

En la práctica deportiva y terapéutica se suele utilizar el masaje para proporcionar un flujo importante de sangre arterial a los músculos, lo que ayuda a eliminar la fatiga muscular, a activar los procesos de recuperación en los músculos y a restablecer su capacidad de trabajo.















Está demostrado que el masaje de los músculos fatigados después del trabajo fisico y las competiciones (por ejemplo, entre las series de saltos de atletismo, antes de actuar en cada aparato gimnástico, antes de los intentos de atletismo, etc.), provoca una sensación de reanimación, disminuyendo la fatiga fisica, calienta los músculos en funcionamiento. En los músculos fatigados suele aparecer una sensación de dolor, debido a la acumulación de ácido láctico, lo que disminuye la elasticidad y contribuye a que se produzca lesiones deportivas. El masaje elimina la sensación de dolor, reblandece los músculos, los hace más elásticos, y restablece su capacidad de trabajo. Por otra parte, el efecto del masaje se manifiesta no sólo en los músculos fatigados, sino en la parte del cuerpo "que no trabaja", aunque en menor grado. El masaje no sólo actúa como un medio para eliminar la fatiga, como se suele pensar tradicionalmente y para lograr la recuperación de la capacidad de trabajo, sino también como una forma específica para entrenar los músculos, mejorar los procesos plásticos y energéticos, e incrementar las posibilidades funcionales (aumento de la fuerza, de la resistencia). Además de contribuir al entrenamiento selectivo de los músculos más superficiales, también influye en los más profundos, con lo que se provocan transformaciones muy positivas funcionales y estructurales en los músculos donde se ejecuta el masaje.



El incremento de la fuerza muscular se basa en un tipo particular miofibrilar de la hipertrofia con un importante aumento de los elementos de contracción (miofibrillas) en los músculos donde se efectúa el masaje mientras disminuyen los espacios sarcoplasmáticos. En este caso, el aumento de la fuerza muscular bajo el efecto del masaje, produce un aumento relativamente poco importante del volumen de los músculos y una disminución de la anchura de la capa dérmica que está debajo de ellos. Este efecto del entrenamiento permite utilizar también este método de masaje para la gimnasia de mantenimiento en personas de la tercera edad.





Para estudiar los puntos activos desde el punto de vista biológico se ha determinado que el efecto en un punto concreto restablece el equilibrio energético, estimula o agota el sistema nervioso vegetativo, intensifica la circulación sanguínea, disminuye el dolor, y elimina la tensión nerviosa y muscular. Mediante una presión de los dedos en un punto muy bien localizado es posible actuar exclusivamente en las funciones de los distintos órganos, y en los procesos de intercambio y de recuperación de los músculos.





INFLUENCIA DEL MASAJE EN LOS ÓRGANOS INTERNOS y EN EL INTERCAMBIO DE SUSTANCIAS



A finales del siglo pasado, una serie de investigaciones demostraron que el masaje influye activamente en el intercambio de gases, de minerales y proteínas, e intensifica la secreción de sales minerales del organismo (sodio, fósforo inorgánico y sustancias orgánicas nitrogenadas de la orina, ácido úrico, uremia).







Esta influencia ejerce una función positiva en los órganos internos y en la capacidad vital del organismo. El masaje hace aumentar la temperatura de los tejidos, lo cual contribuye a acelerar las reacciones químicas, a intensificar los procesos metabólicos. Con el aumento de la temperatura se acelera la reacción de la disociación de la oxihemoglobina, es decir, la separación de 02 de la hemoglobina, lo que acelera el proceso de utilización del oxígeno en los tejidos. El aumento de 1ºC de la temperatura de las células incrementa la velocidad de los procesos metabólicos en un 13%, y la velocidad de difusión del 02 en un 20%. Por consiguiente, el masaje estimula los procesos de oxigenación y de termorregulación y mejora el intercambio de sustancias en los tejidos.







Al estudiar el efecto de cada técnica del masaje (roce superficial y amasamiento) en el intercambio de los gases, se descubrió (Komárova L: A:, 1969) que con el amasamiento de los músculos de todo el cuerpo, el volumen por minuto se incrementaba en un 24.1%, y que el consumo de oxígeno lo hacía en un 33%. Este hecho puede ser considerado como una acción específica del masaje no sólo en el apartado nervioso-muscular, sino en los centros respiratorios mediante la influencia refleja. Por lo tanto, puede ser utilizado como masaje previo al calentamiento, acortando el tiempo de éste.



El cambio en los procesos de intercambio de gases en el masaje local depende del lugar donde se efectúa. Los distintos cambios de los procesos de intercambio de gases con el masaje local de las distintas partes del cuerpo y con distintas técnicas de masaje resaltan el predominio del componente nervioso-reflejo en el mecanismo de acción del masaje.





El masaje ejerce una acción inmediata en los vasos sanguíneos y linfáticos. Provoca el flujo de la sangre venosa y de la linfa desde los órganos internos, y permite disminuir los fenómenos de estancamiento en órganos y tejidos al absorber las retenciones.



Gran interés presenta la experiencia siguiente: En las articulaciones de distintas extremidades de un conejo se introdujo una sustancia de contraste. Después del masaje en una de las extremidades, la sustancia de contraste de su articulación había desaparecido. En la extremidad donde no se efectúo el masaje, la sustancia colorante seguía llenando la articulación.



Durante el proceso del masaje se produce una nueva distribución de la sangre en el organismo, y se aumenta el número de capilares abiertos, con lo que disminuye la resistencia al flujo de sangre y se facilita la actividad del corazón. Además, la abertura de los capilares acorta la distancia de difusión para las moléculas de 02.









Las investigaciones han demostrado (G.N. Kassil, 1975) que el masaje hace aumentar el contenido de ciertas hormonas, mediadores, metabolitos, mientras disminuye el contenido de otros. Varía la correlación de catecolaminas, acetilcolina, histaminas, serotininas, corticoesterioides, quininas. Estas alteraciones influyen en la actividad y reactividad de los complejos vegetativos y humorales responsables de la recuperación de las funciones fisiológicas alteradas y de la normalización de la homeostasis. Cabe pensar por tanto, que la acción del masaje se basa en un mecanismo neurohumoral complejo donde el papel más importante recae en la técnica empleada en el lugar de su acción y al fondo funcional en el que se ejecuta.



Según las técnicas, el masaje actúa en los tejidos superficiales y profundos, pero su acción no se limita a las partes del cuerpo donde se efectúa, sino que de modo reflejo se transmite a las funciones de otros órganos y sistemas, así como a todo el organismo en general, es decir, que se amplía al aparato receptor global del ser humano. Estos efectos explican parcialmente el importante efecto terapéutico del masaje.



El masaje general ejerce una acción reguladora en las funciones vegetativas del organismo: la respiración, la circulación sanguínea, la digestión y la circulación de retorno (en particular, el masaje hace disminuir la presión arterial en el estómago de los enfermos hipertónicos). El masaje ejerce una influencia positiva en los órganos de la cavidad abdominal. Intensifica de modo reflejo el movimiento peristáltico de las fibras musculares lisas y mejora la actividad del estómago y los intestinos, incrementa la secreción biliar, e intensifica la secreción de lo órganos glandulares. Es especialmente útil en enfermedades relacionadas con una disminución de la actividad de las fibras musculares lisas del aparato digestivo (por ejemplo, en casos de estreñimiento atónicos). El masaje intensifica la eliminación de la orina.



Las investigaciones también han demostrado que la secreción de nitrógeno se prolonga durante varios días después del masaje. El aumento de eliminación de orina es mucho más importante cuando se hace un masaje de los músculos fatigados que de los no fatigados, porque de este modo se acelera la eliminación de las sustancias finales del intercambio de los músculos bajo el efecto de la fatiga.









Cuando antes del masaje se aplican procedimientos térmicos (baños calientes, sauna, etc), el intercambio de sustancias se intensifica todavía más. Este hecho reviste especial importancia para planificar el entrenamiento y las actividades de recuperación para los deportistas de alto nivel.















Es importante saber que, contrariamente a los ejercicios fisicos, el masaje no aumenta la cantidad de ácido láctico en los músculos y no hace desarrollar la acidosis. El masaje no altera el equilibrio ácido alcalino en la sangre. Esta ventaja permite aplicar el masaje en sustitución hasta cierto punto, del entrenamiento (el así llamado masaje de entrenamiento, por ejemplo, durante los 3-5 últimos días antes de la competición, cuando es preciso conservar la energía psicológica, etc.), sin correr el peligro de aumentar la acidosis y crear, en cambio, condiciones favorables para los procesos de oxigenación y recuperación. El masaje ejerce asimismo una influencia positiva en la función intrasecrecional de la piel, la cual se manifiesta en el aumento de histaminas y de sustancias del tipo de las histaminas que la sangre transporta por todo el organismo, provocando reacciones de respuesta en los distintos órganos y sistemas.















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