jueves, 28 de mayo de 2009

LOS MERIDIANOS

Pequeño cosmos
Todo en el universo se mueve, cambia rítmicamente presentando ciclos muy precisos. A su vez, la energía que hace que todo se mueva no es unívoca, sino que se presenta en una modalidad bipolar: caliente/fría, positiva/negativa, etc. Naturalmente, nuestro ser está en armonía con esos movimientos. Pero cuando pretendemos no acatar el mandato de la naturaleza, sintiéndonos superiores o separados de su ritmo vital, comienzan los disturbios tanto físicos como emocionales.
El gran aporte de la medicina tradicional china a la salud de la humanidad es su visión del ser humano como un microcosmos que reproduce en pequeño las leyes naturales del universo. Al comprender esta realidad y describir la actividad energética del cuerpo, los antiguos médicos orientales fueron capaces de idear prácticas para conservar y restablecer la salud física y el bienestar mental. Así, comenzaron a describir la energía vital a la que llamaron Chi, y una serie de canales por los cuales esa energía circula posibilitando las distintas funciones orgánicas. La Acupuntura y la Digitopuntura son espléndidas terapias basadas en estos principios.
La medicina japonesa, a pesar de tener sus propias bases, fue influida por los chinos alrededor del siglo VI de nuestra era. Basándose en estos principios milenarios, los japoneses dieron también su versión llamando Ki a la energía, cuyas polaridades complementarias reciben el nombre de Yin y Yang. El moderno Shiatsu japonés, heredero de un antiguo masaje llamado Anma, refleja este sistema.
Flujo y equilibrio
Todo en el universo está en continuo movimiento; hasta lo que parece más estático está en un proceso de modificación y evolución. Al frío sucede el calor, y a la oscuridad la luz, en un ciclo continuo y perfecto. Pero... ¿qué hace que todo se mueva? Según la medicina china, que ya ha cumplido cerca de 5000 años, el movimiento se debe a la polaridad. Las cosas buscan su equilibrio, y éste se da por complementación de las dos modalidades de la energía: • el yin, que representa el aspecto femenino, negativo, pasivo, frío, blando, descendente, interior, tendiente a la concentración, a la humedad; • el yang, polaridad masculina, positiva, activa, caliente, dura, ascendente, exterior, tendiente a la expansión, a la sequedad.
Cuando se dice positivo o negativo no se hace referencia a superioridad alguna de uno sobre el otro. En realidad, lo perfecto es aquello que ha logrado la complementación de ambas corrientes, en un equilibrio saludable. En nuestro organismo, estas corrientes se manifiestan en la sucesión de actividad y descanso, ingestión y eliminación, etc. Dependen permanentemente la una de la otra, como dos caras de una misma medalla.
En un sistema eléctrico, para que la energía se desplace es necesario un circuito apropiado, es decir, cables. También en nuestro cuerpo, haciendo una rápida comparación, existen esos canales. Ellos reciben el nombre de meridianos,
Organos, sistemas y salud
La medicina occidental tiende a separar para comprender. Ve a cada órgano, lo estudia, define sus funciones, etc. Los chinos tienden más bien a integrar y, en ese sentido, le dan más importancia al buen fluir de la energía a través de los distintos sistemas que a los órganos en sí. Otra diferencia fundamental es que la medicina oriental no "arma" los sistemas de la misma manera que la occidental, es decir, en los típicos aparato digestivo, respiratorio, urinario, etc. Atiende más bien a pares de órganos que son complementarios y están ligados por un funcionamiento energético. A causa de la polaridad del Yin y el Yang, la energía Chi fluye poniendo al organismo en movimiento para que cumpla sus funciones. Y ese fluir se produce a través de los famosos meridianos.
Si pudiéramos ver los meridianos en su totalidad, observaríamos a nuestro cuerpo como un espacio conectado por un complejísimo entramado de canales energéticos, uniendo los órganos con partes más alejadas, como las extremidades y la cabeza. Una tela sin tejedor, según la poética manera en que los orientales suelen definir todas las cosas. En su recorrido los meridianos tienen tramos más superficiales, más cercanos a la piel, confluyendo en puntos que terapias como la Acupuntura y la Digitopuntura usan para estimular el buen flujo de Chi y órganos en especial. Así, por ejemplo, la presión en un dedo de la mano puede ayudar a regularizar el funcionamiento de los pulmones.
Regulares, extraordinarios y colaterales
La tela sin tejedor de los antiguos terapeutas chinos está formada por: • 12 canales regulares, la mayoría de los cuales toman el nombre del órgano con el cual se relacionan de acuerdo a su polaridad Yin o Yang, a saber: pulmón, intestino grueso, estómago, bazo/páncreas, corazón, intestino delgado, vejiga, riñón, maestro corazón, triple recalentador, vesícula biliar e hígado. Tienen ramas superficiales y otras más profundas. • 8 canales extraordinarios, que circulan a un nivel más profundo que los anteriores y funcionan como una poderosa reserva de energía. • 15 canales colaterales.
El sistema usado por la Acupuntura china se vale de los 12 canales regulares y dos de los extraordinarios, llamados: el Vaso de la Concepción, quien controla los canales regulares de polaridad Yin, y el Vaso Gobernador, que controla los de polaridad Yang.
A manera de ejemplo, elegiremos un canal regular al azar y describiremos su recorrido. Tomemos, por ejemplo, el meridiano del maestro corazón. Su rama superficial nace entre la tetilla y la axila, cuyo borde rodea por arriba para avanzar por la cara interna del brazo. Cruza la fosa cubital, zona donde se articulan brazo y antebrazo, y sigue por éste último hasta cruzar la muñeca, la palma de la mano y terminar en la punta del dedo medio.
Quizá tú estés preguntándote... ¿Para qué serviría saber sobre los meridianos y sus funciones? En principio, para maravillarte con este saber milenario. Luego, para comprender por qué las terapias orientales pueden tener una asombrosa efectividad. Y por último, para comenzar a buscar alternativas complementarias a la medicina tradicional.

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